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El topo, aunque muy miope, tiene un hocico afilado y sabe socavar para abrir nuevas galerías. Se alimenta de gusanos y larvas de insectos. Le gusta acurrucarse y rodearse de noble tierra. Ahora ha encontrado una atalaya. Desde allí aprecia, registra, inquiere y averigua todo lo que esté a su alcance. Es un ladrón de miradas. Es un reciénvenido.
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Mostrando las entradas de septiembre, 2011
Salvar lo insalvable
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