Sobre pactos entre damas y caballeros - "Firmar" o "Afirmar" esa es la cuestión, o más bien: confiar o no confiar

Aunque sabemos que toda comparación es odiosa, es también cierto que no hay nada nuevo bajo el sol, y que situaciones que a uno le parecen únicas y totalmente propias, no lo son tanto, si se mira a otros lados y se asumen conclusiones mutatis mutandis. Así  en Alemania luego de las elecciones, y cuando queda claro que hay que hacer alianzas, los partidos se juntan, redactan y firman un acuerdo de gobierno (Koalitionsvertrag). Como saben que eso inevitable, en off the record  suelen ya haber hecho trabajo adelantado, así relativamente en poco tiempo este acuerdo llega a la opinión pública. Este acuerdo también incluye las reglas que se aplican a su recesión. Como son acuerdos políticos,  estos tienen otra manera de funcionar que un acuerdo de naturaleza más legal como  por ejemplo un  contrato.   Eso lo hacen no solamente a nivel del gobierno federal, también a nivel regional o municipal, incluso también entre sindicato y empresarios (Tarifverträge).

Uno diría que comparar Alemania es una idiotez, que el Perú pertenece a otro planeta, sin embargo la Alemania actual es el intento de evitar los errores de la República de Weimar que llevaron a la catástrofe del tercer “Reich”. Y como algunos en el Perú hablan de los 80-90 como el Weimar peruano (Buntix), sería entonces no muy inteligente nunca mirar las crisis y catástrofes sociales y política que han sucedido en el mundo, insistiendo en la fija idea que nuestra realidad es un caso incomparable y extraordinario.
El otro ejemplo de pacto firmado, con final más bien triste, lo encontramos  - oh que casualidad - en Venezuela. Allá nace en 1958  un pacto llamado de Punto fijo, al inicio un caso único para una Latinoamérica no muy democrática, que fue muy reconocido y alabado.  Este sobreviviría - llegando con estertores de legitimidad- hasta el 93, para ser remplazado de cual hablan todos cuando estamos en temporada electoral. Queda otra vez pendiente la pregunta si vale o no la pena mirar a veces más allá de nuestras fronteras.
Un último comentario sobre pactos (de caballeros o de otros), convenios, contratos, etc. Negociar y ponerse de acuerdo tiene muchas alternativas, lo importante es estar convencido que no hay otro camino. El pacto del Punto fijo venezolano murió por falta de mantenimiento o porque sus partes se olvidaron de hacer un "upgrade".  La  consecuencia de este olvido fue  terrible.  La Venezuela de hoy será modelo para algunos, a veces tan inteligentes pero despistados como por ejemplo un Oliver Stone, pero no ofrece nada más que las palabras duras de un líder que considera tener una tarea mesiánica de salvar el solito una nación. Dialogo y negociación son dos cosas que allá no se practican más.
 Lo más importante es, en conclusión, estar convencido que es el camino del rey (Königsweg) es la búsqueda de consensos o por lo menos de acuerdos, ese  es el camino que asegura la ética y la eficacia (en ese orden) , es decir el medio y el fin, a corto, mediano y largo plazo. Nunca ha sido, aunque a veces parece,  el camino menos malo y y tampoco ha sido nunca  el camino "naiv"  de los ilusos y tontos útiles. Tonto más bien es pensar que con los gestos del fuerte (strong leadership) se llega de maneras sostenible a donde se quiere llegar. El caso  de Luis Castañeda, uno de los favoritos de la primera vuelta, es un buen ejemplo, confío como suficientes para llegar a Palacio en sus gestos llamativos y en la impresión que algunas pocas palabras fuertes pudiesen provocar . Alejandro Toledo por su lado fingió ser el lider del consenso, pero pedir a los otros candidatos del centro de sacrificarse para nombrarlo a él como salvador de la Democracia perunana, era la idea menos estadista que uno se pueda imaginar. Un verdadero estadista hubiera ofrecido sacrificar su propia canditatura para encontrar un acuerdo tripartito, asegurándose, claro está, de no ser desembarcado posteriormente.
Con lo que llegamos a hilo de la madeja. Lo que en el Perú gobierna la cultura política, y no solamente a ella, es la desconfianza. Y esta se mantiene imperturbable en la segunda vuelta donde todo parece que es cuestión de firmar y afirmar. Pero una mirada a las encuestas delata esta estrategia de simular disposición a consensuar. Pocos creen que ambos candidatos lo piensen de corazón. En lo que todos parecen estar de acuerdo, es que todo vale en el camino al Sillón, y como no se puede confiar en nadie, no intentar cualquier medio es ser nada más que un tonto.
Espero que adoptemos en el Perú algún día ese otro camino, de entrenarnos en negociación y búsquedas de consensos. La confianza no es un acto inocente. Todo lo contrario; sin ella no hay nación ni negocio. En alguna cosa todos nosotros siempre confiamos: en que no podemos confiar en nadie, en la seguridad que brinda la cerradura que nosotros mismos hemos instalada en la puerte de nuestra casa, en que más vale plata en mano que un cargo político bien cumplido, pero también en la institucionalidad como el camino correcto oque la construcción de  confianza en un camino ineludible...
Confió entonces que las dos últimas si son viables, y que a veces incluso hemos estado cerca de practicarlo.

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