moverse en lima es torturante y reconfortante, ambas sensaciones coexisten sin dificultad, pero crean escozor, en el sentido freudiano del unbehagen. asco y placer van de la mano, a primera vista y también luego de la segunda mirada. la calle es hace tiempo un terreno baldío y salvaje. la práctica de movilizacion es agresividad pura, autodefensa obsesiva, carente de todo sentido de humor y menos aún de una disposición hacia la suave autorironía. en eso las calles de la lima se parecen a nuestro fútbol. las soluciones parecen infinitamente, inalcanzablemente lejanas en ambos ámbitos. Me pregunto si más que estudios expertos extensos, una campaña humanamente inteligente, comprensiva y evitativa de estados mentales alterados sean emocionales o morales, que se apoye en lo que los alemanes llamarian unaufgeregtheit y los ingleses sensible y los norteamericanos - e incluyo canada pero dejo afuera méxico, que para mi gusto sigue siendo america central - llamarian twinkling eyes, pudiese servir de pequeñisimo pasito pa´ adelante. el tiempo de la infraestructura y el dedo moralista educativo debe quedar atrás, tenemos el deber de entender la civilidad urbana como un ser que busca una estrategia de sobrevivencia. por su tono excesivamente moralista en su tono avanzemos hacia la barricadas entonando el clamor que denuncia: basta de mandarnos ponernos el cinturón, de prohibirnos de cruzar las autopistas por debajo de los puentes peatonales, de poner multas por meter la nariz de a poquitos en el cruce, dejen de condenar la invasión del carril contrario o su gemelo el carril para doblar a la izquierda para avanzar alguito. para que sirve eso de que tenemos que cuidar del amor de los nuestros, que debemos dar el ejemplo o que la norma es una cuestión de principio. acordémonos algunas veces de max weber,que no es el único en anunciar la venida de la ética de los practicos. las reglas de tránsito facilitan nuestra vida, si pensamos que somos parte de un gran rio, todos llegaremos tranquilos, seguros, menos malhumorados y demostradamente más rápido a nuestros destinos. la urgencia es enorme, el estado de la cuestión actual es insostenible, más no da razones para posiciones infladas en pathos. Salga peatón, bicitaxista, y usted también bajajista, limousineero, cuatro por cuatrista, combinero, microbusero y omnibusero, salga tranquilo que si estoy de humor le dejo el pase.
Con Cargo Cult Jaime Miranda Bambarén hizo escala en la ciudad del puerto . Sin barco, todo lo contrario, trajo de la selva un avión caído, sujetado por ramas desvisibilizadas. Su instalación en El Callao, que se llama a sí mismo nuestro Primer Puerto, nos catapulta hacia la sonrisa cáustica que remite a escenas de avionetas estrelladas en árboles que tantas veces he visto en las noticias pero más en el cine. El ser erótico de madera y metal ha retornado también, esta vez con la tarea escolar que explica el lazo esclarecedor entre la sala sin luz, en leve penumbra, y el patio techado iluminado por el Sol. Las dos atmósferas terminan siendo en mi retina traducción de la conversación dialéctica entre los cuerpos dañados de siempre, uno de material metálico-plástico y el otro orgánico-madera, ambos esculpidos por el tiempo natural y la desmesura humana. *Durch Natur und Hybris verwittert*, entendiendo "Witterung", como aquella expresión alemana que hace refer
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